¿Para qué sufrir?
El suicidio seduce por su facilidad de aniquilación: En un segundo, todo este absurdo universo se derrumba como un gigantesco simulacro, como si la solidez de su rascacielos, de sus acorazados, de sus tanques, de sus prisiones no fuera más que una fantasmagoría sin más solides que los rascacielos, acosados, tanques y prisiones de una pesadilla.
LA VIDA aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería así, una especie de despertar.. Pero.. ¿DESPERTAR A QUÉ? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna ha detenido a muchos en todos los proyectos de suicidios. A pesar de todo, el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor.
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